El pecado se introdujo en el universo con la caída de Lucero, llegó a nuestro planeta y se difundió con la caída del hombre. Pero tan pronto que manchó el pecado la belleza de la hermosa creación de Dios, Él comenzó a poner en marcha un programa para la reconciliación del hombre caído y otros territorios del universo.
No tenemos manera de saber plenamente cómo era la gloria prístina de la creación original, pero hay una declaración en Hechos 3 que echa un rayo de luz sobre este tema fascinante. Es "la restauración de todas las cosas". Da a entender que el patrón de cosas futuras será según el orden de cómo eran antes.
En el plan de Dios para el milenio vemos dos compañías administrativas de 144.000 personas cada una, y la cantidad se emplea de una manera simbólica. La primera es la nación de Israel y es terrenal. La segunda es el conjunto celestial del pueblo del Señor, que es la Jerusalén celeste y madre de todos nosotros. Cristo y la compañía celestial de los salvos ejercerán una autoridad amplia sobre Israel y las naciones, y a la vez la Palabra del Señor será ministrada a las naciones en escala mundial aquí en la tierra de parte de Israel.