Esta es la historia de una persecución. Enredado en los hilos de la Revolución Francesa, desde la clandestinidad de las academias e inspirado por el Index Librorum Prohibitorum, mi padre desafió a una de las organizaciones más poderosas de la historia: la Iglesia Católica. Sumergido en el sótano de una librería en París, mi padre replicó los experimentos más dominantes de la medicina. Se adentró en los misterios de la sangre, la máquina de los órganos, los intersticios del cerebro: la disección de Dios. Movido por el humanismo, la apreciación por el mundo natural y la ciencia, mi padre se embarcó en el peregrinaje de su propia extinción. Se arriesgó en los primeros pasos de la microscopía, el desarrollo embrionario y la electricidad: el árbol de la vida exponiendo las fallas de la Creación en su máximo esplendor. Patrocinado por un sabio librero y mi madre¿una negociante astuta, prisionera del gobierno revolucionario y forzada en el negocio peligroso del azúcar y la trata de esclavos¿, mi padre utilizó el método científico para combatir la superstición. Esta historia es, pues, una herida abierta. El humo de hogueras humanas que llega desde Hipócrates hasta Napoleón.