Dicen que la muerte es igual para todos. Pero es falso, porque hay muertes plácidas y muertes abominablemente dolorosas. Hay gente que muere en un palacio y otros, en alcantarillas pestilentes. Así que en el estado mortuorio todavía hay clases sociales. En cambio, la caca es tan democrática como el hecho de respirar. La caca nos iguala y nos hermana. Pero nuestra sociedad, en lugar de celebrarlo como se merecería, lo esconde como un tabú.